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sábado, 26 de septiembre de 2020

BRASIL: La locura del poder

Para nadie es un secreto que el poder corrompe y en el caso del Brasil, enloquece a quien mediante un operativo de falsa bandera se ha aupado a máximo cargo de la Nación con el claro objetivo de eternizarse en Planalto por los siglos de los siglos, utilizando la violencia en grado sumo para lograr sus fines. Nos referimos obviamente a Jair Bolsonaro, un tipo mentalmente trastornado, un loco peligroso a quien debería obligársele a dejar el poder lo antes posible para evitar la destrucción del Brasil - cuya crisis económica se ha agravado notablemente por la pandemia del Coronavirus - que se hunde irremediablemente a la vista de todos. Con su lenguaje extremadamente virulento para atacar a sus opositores, azuzando a sus descerebrados seguidores a imponer el terror en las calles y siempre dispuesto a romper todos los moldes, se ha opuesto de todas las formas posibles a combatir el Covid-19 intentando minimizar su gravedad, a pesar de que su país junto con el Perú se han convertido en el epicentro mundial de la pandemia, al cual por cierto, en su insania no ha dudado en calificarla de una simple gripezinha y ha encabezado una campaña en redes sociales bajo el lema “¡Brasil no puede parar!” buscando obligar a millones de brasileños que vayan a trabajar así se contagien “porque de algo hay que morir” preocupado eso si de que los empresarios no vean menoscabadas sus millonarias ganancias si se decretaría una cuarentena general como lo exigen diversos sectores. Al respecto, el antropólogo Luiz Eduardo Soares - autor del libro Brasil y su doble, donde analiza la degradación de la política brasileña - piensa que esta estrategia de Bolsonaro, negándose a aceptar las recomendaciones incluso de su entorno mas cercano, “es un acto de oportunismo canalla propio de la locura que padece” indicó. “Bolsonaro está intentando transferir la responsabilidad a otros de su fracaso para luego echarles la culpa de la tremenda crisis económica por la que estamos pasando. Bolsonaro hace psicopatología política y su comportamiento le ha merecido el desprecio de los dos líderes del Congreso y el rechazo de parte de la cúpula de las fuerzas armadas. Corre el riesgo de convertirse en un presidente pato cojo, como dicen los estadounidenses, que no tenga poder ni para tomar un cafezinho” agregó. Pero Bolsonaro tiene un maquiavélico plan propio de su mente enferma. “Sabe que, sin políticas populistas de apoyo económico, la gente va a pasar hambre, de modo que quiere echar la responsabilidad a otros”, dice Soares. Tras cuatro años de recesión y estancamiento, la cuarentena y el colapso de la actividad económica se traducirán rápidamente en hambre. Según un estudio citado en la revista Veja, el 72% de los habitantes de las favelas que rodean las ciudades dicen que no podrían aguantar ni una semana si están privados de su renta habitual y el 32% ya tiene problemas a la hora de comprar los alimentos de la cesta básica. Si echar la culpa a sus propios ministros no sirve para frenar la pérdida de poder, tiene un plan B, sostiene Soares. Como último recurso, “Bolsonaro puede provocar un estallido popular en las calles y saqueos generalizados. Esto facilitaría un estado de sitio y podría derrocar las instituciones que resisten el avance del proyecto dictatorial bolsonarista” indicó. Como podéis imaginar, las redes hierven en estos momentos repletas de acusaciones contra los opositores al régimen y de múltiples teorías de la conspiración, como que “el Coronavirus fue introducido al país por sus adversarios políticos” (?). Es así como luego de convocar cotidianamente manifestaciones contra el Congreso que aceleraron el contagio, Bolsonaro ha dado también su ‘fervoroso’ apoyo a otra clase de protestas, como las caravanas oficialistas de coches en diversas capitales para protestar contra el cierre de los comercios, conminándolos por la fuerza a abrir a su propietarios así se contagien con el virus. Por cierto, era de esperar que los grandes empresarios que financiaron su campaña electoral se sumaran a la iniciativa bolsonerista. Luciano Hang, dueño de la cadena de grandes almacenes Havan, ha calificado las medidas para combatirlas de “histéricas” y amenaza con despedir a sus 22.000 empleados. Por su parte, el pastor neo pentecostal y milmillonario magnate mediático Edir Macedo, aliado estrecho de Bolsonaro, calificó como “obra de Satanás” a organizaciones como la OMS por “sembrar la histeria”. Pero a pesar de ello, Bolsonaro se aísla cada vez más, incluso dentro del Gobierno. No confía en nadie y esta convencido que pretenden asesinarlo. Soares vaticina que “Bolsonaro, cada vez más aislado, se radicalizará para intentar mantener el apoyo de sus votantes más fieles, aquel 30%, muchos de ellos evangélicos y el núcleo más duro de la ultra derecha en el entorno del mundo policial.” Soares sostiene que ya antes de la pandemia, ya estaba construyendo un plan B con el claro propósito de eternizarse en el cargo. “Con Bolsonaro hay un resurgir del integrismo de los años treinta, un auténtico fascismo brasileño; los grupos bolsonaristas incorporan algunos liderazgos de las milicias, (unos 300.00 paramilitares armados, muchos de ellos expolicías). Bolsonaro tiene mucho apoyo entre ellos. Está politizando e ideologizando a las milicias, aprovechando organizaciones paralelas. Así que si quiere, tiene para dar un golpe en el momento oportuno” aseveró. Pero a la preocupación y los daños que la pandemia de Coronavirus está ocasionando en Brasil, se suma su abierto enfrentamiento con la Unión Europea por el tema ambiental y la destrucción sistemática de grandes extensiones de la Amazonia, tratando de “abrirla” a la inversión extranjera llamando incluso a exterminar a comunidades nativas enteras que son un ‘estorbo’ para sus planes de colonizar la selva. No llama la atención que por ello la prensa europea lo califique como “el hombre más peligroso del mundo” lo cual podría acarrear como consecuencia dañar al acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercado Común del Sur. “Pero condenar a muerte dicho acuerdo, como demandan ambientalistas y la mayoría de los partidos austriacos, no detendría a Bolsonaro. El tratado contempla numerosas sanciones contra prácticas dañinas para el clima y el medio ambiente en Sudamérica y, en general, proporcionaría más influencia a la UE”, agrega el vienés Standard. Por su parte, el Frankfurter Allgemeine Zeitung explica que en Alemania la protección de la Amazonia es el componente principal de la lucha contra el cambio climático. “El bosque tropical brasileño tiene entre los ambientalistas en Alemania un estatus sacrosanto. El gobierno de Brasilia, en cambio, no considera que el cambio climático sea una amenaza, sino el revuelo al respecto”. A su vez, el Frankfurter Runschau señaló “naturalmente, las acusaciones de Jair Bolsonaro contra organizaciones ambientalistas son solo propaganda de un político de derecha radical que quiere distraer de sus propias falencias”. “Los defensores del medio ambiente no son los responsables de los peores incendios forestales ocurridos desde hace años, sino -aparte de la prolongada sequía-, sobre todo, la política de Bolsonaro”, agrega. “Él no quiere proteger la selva tropical, sino explotarla. De este modo, ha alentado a leñadores, colonos, buscadores de oro y a la industria agropecuaria a encender fuegos. Bolsonaro puede ser llamado, con razón, un incendiario, un provocador, un demente”, concluye. A ello podemos agregar su rechazo frontal a aceptar cualquier ayuda europea para erradicar los incendios de la Amazonia, acusando en cambio al presidente francés Emmanuel Macron de comportarse “como un gobernante colonialista”. Pero cuidado: la lengua floja del loco del Planalto no sirve para proteger el Amazonas. Por el contrario, justifica que continúe su destrucción, y es hipocresía pura. Ya que Bolsonaro, un autoproclamado crítico del colonialismo, ha mostrado que él mismo posee una “mentalidad colonialista” desde que asumió la presidencia. La evidencia de ello proviene de los tiempos en que Brasil sufrió una sangrienta una dictadura militar (1964-1985). Bajo el lema “El Amazonas nos pertenece”, los generales impulsaron la demarcación de la selva, aún poco poblada, y cerraron las fronteras exteriores contra una supuesta invasión extranjera. Pequeños agricultores del sur de Brasil, fueron atraídos a la selva con la promesa de recibir tierras gratuitas. Para ello, los nativos brasileños fueron despojados de sus posesiones ancestrales y puestos bajo la tutela del gobierno para ser “asimilados” mediante el uso de la violencia. En esto se apoya Bolsonaro quien es un partidario confeso de la dictadura militar brasileña. En su “mentalidad colonialista”, ve a los nativos de Brasil como seres primitivos a quienes misioneros, empresarios, militares y otros grupos de poder de la sociedad deben lograr familiarizar con los beneficios de la civilización”. Según la visión de Bolsonaro, los indígenas a cambio deberán cultivar soja, criar ganado y extraer oro, incluso en áreas naturales o reservas. Muchos ya lo están haciendo a la fuerza, prácticamente como esclavos, sin derecho alguno. Pero Bolsonaro quiere más: busca “ayudar” a los indígenas aun no “asimilados” abriendo sus territorios a la inversión, los cuales, por ley, son inalienables y pertenecen al gobierno de Brasil. Tal como sucedía en tiempos coloniales, esto podría resultar en que los menos beneficiados de la ganancia de sus territorios, sean los propios indígenas, quienes al final serán despojados de ellos. El mismo destino le espera a las áreas protegidas, cuyos bosques serán talados para dedicar las tierras a la explotación intensiva. “Buscamos crear empleos para los aproximadamente 20 millones de habitantes del Amazonas” dice Bolsonaro a modo de excusa, pero no hay nada mas falso. Ningún argumento colonialista puede ser beneficioso para los bosques ya que los llevará a su desaparición. No cabe duda que la demencial política para el Amazonas de Bolsonaro es el colmo de la hipocresía. Tiempos oscuros le esperan al Brasil a menos que se deshagan de este sujeto extremadamente peligroso y loco por añadidura... Un disparo bien dado y se acabo :)
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