Una noticia dada a conocer este jueves - y calificada de ‘inoportuna’ por algunos analistas ya que consideran "que no era el momento para ello" - fue la decisión tomada por el Tribunal Constitucional (TC) que restablece el polémico indulto otorgado por el conocido lobbysta y Traidor a la Patria Pedro Pablo Kuczynski al ex dictador Kenyo Fujimori en el 2017, porque no solo da munición para el combate político a los tradicionales sectores antifujimoristas, sino además aporta un gran elemento distractivo a favor del régimen filosenderista de Pedro Castillo amenazado por la vacancia, quien pretenderá utilizarlo políticamente, presentándose como lo que no es . Al respecto, los constitucionalistas Óscar Urviola y Aníbal Quiroga afirmaron que la sentencia es de cumplimiento obligatorio y ejecución inmediata, por lo que Fujimori podrá salir en libertad en el transcurso de los próximos días, mientras se terminan de realizar algunos trámites. Por cierto, la restitución de su indulto no puede ser pretexto para atentar contra el Tribunal Constitucional ni contra la institucionalidad del país como ya están vociferando fuera de si los voceros del régimen. Hasta ahora, los fundamentos de la sentencia, así como los puntos de vista de los magistrados que votaron de manera discordante, no se han hecho públicos, pero ello no impide desarrollar desde ya algunas reflexiones sobre una decisión que, una vez más, ha vuelto a sumir al país andino en el pantano de la polarización. En efecto, la irresoluble - y conveniente para algunos - confrontación fujimorismo/antifujimorismo cobra mayor intensidad curiosamente antes de que se debata la moción de vacancia presidencial contra Castillo el próximo 28 de marzo en el Congreso. Sin duda alguna, esta decisión tendrá un efecto considerable en el proceso político actual. Pronto se verá (al margen del beneficiado) para qué actores políticos fue el mejor o el peor momento adoptado por el Tribunal Constitucional con un alto impacto político. Venga ya ¿cómo puede servir a los comunistas el reavivamiento de este viejo enfrentamiento que ha dado fondo y forma al sistema de conflictos en el país en las últimas décadas? De hecho será un eje distractor de la difícil situación del oficialismo al que le urge bajar intensidad a sus debilidades que amenazan su supervivencia de poder, como ya se está viendo en las calles donde la indiada aleccionada y transportada en camiones - al peor estilo montesinista - busca distraer la atención pública de los gravísimos delitos cometidos por Castillo y sus secuaces. Como podéis imaginar, el anuncio de la sorpresiva liberación de Fujimori les ha caído como anillo al dedo a las huestes senderistas, que ya están vomitando su odio y vuelven a tener motivos para “victimizarse” buscando que la gente se olvide de toda la podredumbre del actual régimen que defienden con tanto ardor ya que les pagan por ello. Es así como con este viejo conflicto intentaran recuperar el protagonismo de “indignación” selectiva y redirigir el rechazo ciudadano al antiguo “mal mayor” o sea, al fujimorismo. Pero sobre todo, les da la chance de relocalizar las líneas divisorias a su favor, las mismas que se iban acomodando amenazantes contra el régimen en medio de múltiples acusaciones de corrupción, improvisación e incapacidad manifiesta que dan tracción acumulativa a la vacancia de ese delincuente terrorista de Pedro Castillo - el más aplicado discípulo de Abimael Guzmán Reynoso - y a su expectoración del poder. Es decir, la reinyectada tensión que ha dibujado el proceso político en el Perú los últimos 20 años, el choque fujimorismo/antifujimorismo, les da la oportunidad, quizá la última, de rearmar el escenario que replique la segunda vuelta electoral del 2021 que favoreció a Castillo en nombre de la polarización, mediante el fraude en las urnas inclusive. Es indudable que si lo resuelto por el TC hubiese ocurrido luego del 28 de marzo tendría otro desenlace. Antes, influirá inevitablemente en la estrategia de supervivencia que pretende el régimen y en cómo la opinión pública recepciona o repele sus oscuros objetivos perseguidos desde que ese okupa entro a Palacio, como es el de cerrar el Congreso, adoptar una nueva Constitución de tufo izquierdista vía una espuria Asamblea Constituyente conformada a su medida e instaurar su tan soñada “república popular de nueva democracia”, a lo que podemos agregar la nueva amenaza proferida por ese viejo senil de Aníbal Torres de querer cerrar el TC. Es por esos motivos que la verdadera oposición democrática en el Congreso tendrá que calibrar su habilidad política para cambiar al fin la pauta de poder nacional vacando a este oscuro individuo de una vez por todas. El Perú no puede esperar más (Por cierto, muchos se sorprenderán porque no he condenado esta maniobra del TC, como si lo hubiera hecho en otras circunstancias. Y es que, contra todo lo que puedan pensar, yo sigo pensando exactamente lo mismo del fujimorismo como lo hacía en el pasado - basta leer todo lo que escribí de él y no me arrepiento de ello - pero ahora los tiempos han cambiado, mas aun cuando ya no resido en ese país, en el cual estuve más tiempo de lo previsto. Como sabéis, desde que se tuvo noticia que el terrorista ese pasaba a la segunda vuelta y ante la potencial amenaza que Sendero Luminoso a través de su organismo de fachada Perú Libre se hiciese con el poder, decidí adoptar “un silencio estratégico” respecto al fujimorismo, evitando criticarlos en todo momento y concentrando mis ataques sobre Castillo y su banda delincuencial, como lo he hecho hasta el momento y lo voy a seguir haciendo. Ellos son los enemigos a los que hay que combatir implacablemente hasta su derrota final. En cuanto a Fujimori, me tiene sin cuidado lo que finalmente pueda pasar con él... Quizás más adelante le escriba su obituario, tal como hice con Guzmán. He dicho) :)