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sábado, 16 de abril de 2022

PERÚ: Un cadáver insepulto

No, no os equivoquéis por encontrarnos en Semana Santa. No se trata de Judas Iscariote, sino de otro infame traidor, el cual está destruyendo a conciencia el Perú. ¿Su nombre? Pedro Castillo, alias “prosor” - incondicional seguidor de las “enseñanzas” del genocida senderista Abimael Guzmán - del cual busca incansablemente hacer realidad sus delirantes ideas, como es el de instaurar a como dé lugar en el país andino, “una república popular de nueva democracia” (?) para lo cual obviamente, primero debe disolver el Congreso y llamar a una Asamblea Constituyente que redacte una constitución de corte comunista que le permita eternizarse en el poder por los siglos de los siglos, tal como sucede en Cuba, Venezuela, Corea del Norte y Nicaragua - sus modelos a seguir - pero el desastre ocasionado por el régimen filosenderista en estos nueve meses de terror en el Perú es de tal magnitud, producto exclusivo de su incompetencia e improvisación, que muchos analistas no le auguran futuro alguno a este oscuro individuo y coinciden en que sus días están contados. Como recordareis, durante el primer trimestre de su ilegal presencia en Palacio - ya que llego allí mediante el fraude - los peruanos han estado divididos entre quienes veían su gobierno como un riesgo muy grave de que transitara hacia un régimen similar a los de los países arriba citados y aquellos desubicados que hipócritamente sostenían que si bien había que fiscalizarlo, exigían que se respete “el derecho” de ese usurpador a gobernar por cinco años; En una segunda etapa, como era previsible su paso por el poder se fue dibujando más bien como errático, opaco, mediocre, corrupto, clientelista y populista, gestándose un consenso creciente de que su (des)gobierno está destruyendo el país a un ritmo aceleradísimo y que había que buscar alternativas de solución en democracia. Se entro así en el período del #CastilloRenunciaYa y de los fallidos intentos de vacancia; En un tercer momento, se generalizó la percepción de que el Congreso era parte consustancial del problema, dados los negociados bajo la mesa con elementos de AP, Podemos y APP que le permiten al okupa contar con la casi absoluta certeza de que puede permanecer en Palacio si del Congreso depende, ya que la oposición democrática no podría alcanzar los votos necesarios para ello; Y llega la cuarta estación, en la que Castillo, que había seguido transitando los círculos del infierno de Dante, fija dirección permanente en el noveno - cuarta zona -, donde “los que ‘yacen’ traicionaron a sus pares […] y los que tienen los pies hacia arriba, a sus inferiores (por ejemplo, a sus súbditos), mientras que los que están doblados habrían traicionado a ambos”. Este último momento arranca con el salto a la clandestinidad de parte clave de su entorno inmediato, huyendo de la justicia, lo que a todas luces, es promovida y protegida desde lo más alto del poder. En paralelo, empezaron a producirse por todo el país fuertes protestas por el pésimo manejo gubernamental del alza de los precios del combustible y de los alimentos, que se han disparado estratosféricamente. Ello alcanza rápidamente su madurez el 5 de abril por la irresponsable, insensible e increíblemente torpe decisión de encerrar a más de diez millones de personas por temor a lo que a ellos les podía suceder. Se sabía que desde el régimen tenían previsto infiltrar las marchas pacificas de ciudadanos con elementos delincuenciales de Perú Libre - “indios bajados de los cerros que rodean Lima dispuestos a desatar un baño de sangre” según Aníbal Torres - con el objetivo de saquear e incendiar todo a su paso, para culpar de ello a la oposición y consumar el autogolpe en una fatídica fecha ya que hace 30 años, Fujimori hizo exactamente lo mismo y por lo visto, Castillo no quería ser menos, pero fracaso miserablemente en su intento. Pero la respuesta a ese pretendido acto de barbarie, fue una de las más grandes demostraciones ciudadanas que los peruanos han tenido, una que desafió masivamente al poder abusivo con la desobediencia civil y al toque de queda impuesto a la fuerza y que nadie respeto. Fue una doble derrota para Castillo y sus secuaces, cuyos planes fueron desbaratados antes siquiera de empezar. Súmese al nuevo escenario los desastres autoinfligidos posteriores: el del Consejo de Ministros descentralizado en Huancayo y la torpeza del Congreso de incluir en la eliminación del IGV a productos de primera necesidad al lomo fino y el faisán. Parece haber ahora una amplia y plural coincidencia en que Castillo es un cadáver político y que su Gabinete es una suma de zombis que buscan seguir medrando o que han perdido toda dignidad y, además, consciencia de su precariedad, ya que la adulación no detendrá al insepulto que cree que podrá dejar de serlo sacándolos del cargo. El drama político peruano se puede resumir en que Castillo y su régimen filosenderista se pudren a la vista de todos. Pero la única funeraria disponible, la del Congreso, no está dispuesta a hacer el entierro correspondiente de toda esa podredumbre que emana una hediondez insoportable. Diversos analistas han señalado que de esta situación terminal solo se podría salir con un acuerdo en el que los actores políticos de diversas tendencias logren reflexionar, dándose cuenta de que tienen que ser y actuar autocríticamente, buscando un acuerdo para salir de esta tragedia que parece no tener fin. Pero viendo el condenable comportamiento de varios de sus integrantes - que anteponen sus intereses personales que a los de la Nación - existe la firme convicción que no lo van a hacer. Como nunca, son los propios peruanos de bien, quienes deben tener la responsabilidad de su propio destino y no confiar en esos parásitos congresistas que solo piensan en su beneficio. Pacíficamente, pero con gran energía, todos aquellos que quieren acabar con ese detestado régimen tienen que demostrar que se encuentran a la altura del desafío para lograrlo. No todos están dispuestos o pueden salir a marchar en todas las ocasiones, pero con cacerolazos una vez al día en todas las ciudades del país se trasmitiría el mensaje de que no se han adormecido. Existen múltiples formas creativas, democráticas y plurales que podrían generar la única motivación que puede obligar a los culpables de esta trágica situación que vive el país - Castillo y su banda delincuencial - se allanen, a saber de que algo peor les puede sobrevenir si persisten en su endemoniado propósito de pretender instaurar el comunismo en el Perú. El calvario que sufre el país por esta lacra enquistada en el poder debe cesar cuanto antes. Vamos ¿quién se anima a jalar la cadena? El que lo haga, que cierre la tapa por favor :)
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