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martes, 27 de febrero de 2024

CARRUAJES DEL MALTRATO: Un anacronismo en pleno siglo XXI

Como sabéis, es habitual ver en la Plaza Mayor de Lima bajo un sol abrasador, a pobres caballos arrastrando consigo durante horas como ‘atracción turística’ viejos carruajes propios de épocas pasadas. Al respecto, el Municipio de Lima mantiene contrato con la empresa Sabrina Carruajes, el que fue revocado en el mes de julio del 2016 por maltrato a los animales, infracción de la Ley de Protección y Bienestar Animal Nº 30407 y la Ordenanza municipal Nº 1855, que establece el Régimen de Protección Animal en la Provincia de Lima, ya que un caballo resultó mal herido al desbocarse por el estrés a que son sometidos, atropellando a varios transeúntes en el Jirón de la Unión. A raíz de este accidente una persona quedó gravemente herida y la situación final del pobre animal nunca la dieron a conocer ni el Municipio ni la empresa. Dicho accidente pudo terminar en una tragedia y el Municipio pudo evitarlo al no permitir calesas jaladas por caballos en Lima. Sin embargo, luego de unas semanas de dicho accidente, el Municipio volvió a dar permiso a la empresa para que regresen las calesas a dar vueltas en la Plaza Mayor, a pesar de que infringió la Ley de protección y bienestar animal y la Ordenanza municipal. Este vil negocio cuenta con tres caballos que trabajan diariamente durante todo el día, todos los días de la semana, bajo el sol del verano o el frío del invierno, jalando más de media tonelada que pesa la calesa y además el peso de las personas que se suben, durante horas. Además, estos animales tienen que trasladarse jalando las calesas todos los días desde El Potao, que queda en el Rímac, hasta la Plaza Mayor, sorteando y exponiéndose al caótico tráfico que hay en la Av. Abancay, pudiendo ser atropellados, sufriendo estrés y miedo. Todo esto es maltrato y crueldad hacia los animales el que es muy evidente. No hace falta ver que los caballos son golpeados, ya que el maltrato y la crueldad pueden ser de muchas maneras diferentes, como las descritas anteriormente. Asimismo, lo que sucedió en el 2016 fue una clara muestra de maltrato a los animales y el Municipio volvió a permitirlo. Los caballos son animales con igual capacidad de sentir que los humanos, son muy sensibles y nobles, el que no hablen para quejarse no significa que no puedan sentir dolor. Por ello deberíamos cuidarlos, tratarlos con respeto y consideración. Su utilización en actividades de este tipo no es una ‘atracción turística’ como pretenden mostrarlo. Las calesas tiradas por caballos es un negocio sumamente cruel ya que continúan soportando dolor y sufrimiento debido a esta práctica obsoleta. La única manera de terminar con esto es prohibirla para siempre y dar a los caballos la libertad que merecen. Los caballos son obligados a trabajar duro durante todo el día, sin descanso alguno, mal alimentados y sin ninguna atención veterinaria. Estos nobles animales sufren de enfermedades respiratorias porque inhalan emisiones contaminantes, y desarrollan problemas crónicos que debilitan sus piernas por deambular en superficies duras como el asfalto de la calles. En algunos casos, incluso han caído muertos por insolación luego de trabajar durante el abrasador calor y la humedad del verano. Los caballos son además extremadamente sensibles a ruidos fuertes y sonidos inesperados y las bulliciosas calles de Lima están repletos de ambos. Caballos y personas han resultado lesionados gravemente - algunas heridas terminan siendo fatales - cuando los caballos se han espantado y desbocado. También ha habido incontables incidentes en los que conductores impacientes o descuidados golpean a los caballos. En casi todas las ciudades donde los paseos en carruaje son permitidos, han ocurrido esta clase de accidentes. Todo por un afán mercantilista. Son varias las críticas por esta actividad, debido a las duras condiciones en la que se encuentran los caballos. Pero desde la alcaldía, no hay respuesta alguna a estos reclamos de la ciudadanía. Además, esta actividad ha convertido en peligrosos focos infecciosos los lugares donde transitan los animales, ya que estos hacen sus deposiciones en plena vía pública a la vista de todos. Pero ello por lo visto, a López Aliaga - que tiene a Lima hecha un asco y convertida en un inmenso muladar - no le interesa en absoluto. Por cierto, acabar con este sufrimiento que se les da a los caballos es una tendencia en alza en el mundo, y ya son varias ciudades - como Roma, Praga, París, Londres, Montreal, Nueva Delhi o Las Vegas, por ejemplo - donde se ha puesto fin a este infame negocio, reemplazando los carruajes por vehículos eléctricos de baja velocidad. Y Lima ¿cuándo se suma a la lista? De ‘atractivo turístico’ los carruajes no tienen nada. Es el momento de acabar con este acto de barbarie. Está bien que a López Aliaga le guste vivir en medio de la inmundicia como el cerdo que es, pero no puede obligar a los limeños a que adopten su peculiar “estilo de vida” ¿No os parece?
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