El drama que está atravesando Venezuela - lo cual hemos tratado estas semanas - hubiese estado ocurriendo ahora mismo en el país andino, si el delincuente terrorista Pedro Castillo habría consumado su golpe de Estado con el objetivo de instaurar su “república popular de nueva democracia” siguiendo las enseñanzas de su idolatrado guía y mentor Abimael Guzmán, pero fracaso miserablemente en su intento y hoy se pudre en la cárcel por golpista y ladrón. Sin embargo, otra amenaza se yergue en el horizonte, esta vez a cargo de un despreciable asesino de policías y adicto a la marihuana como Antauro Humala - acérrimo admirador además de Sendero Luminoso - que busca repetir el experimento venezolano en el Perú y para quien, al igual que para los parásitos caviares y la izquierda retrógrada, las elecciones fraudulentas en el país llanero fueron “ejemplares y se dieron de manera transparente” (?), a la vez que no se cansa de llenar de elogios a la dictadura chavista. Como sabéis, entre sus desquiciadas propuestas, este sujeto pretende que todos los expresidentes del Perú sean fusilados por corruptos, incluyendo a su propio hermano, menos a Castillo, alegando que él es “un perseguido político”. Desconoce además la legitimidad legal de todos los poderes del Estado, incluyendo el Ejecutivo, Poder Judicial, Poder Legislativo, y a la prensa, a la que amenaza con expropiar y nacionalizar para impedir que sean controlados por capitales extranjeros, repitiendo la fracasada receta velasquista. El único motivo por el cual está postulando en la vía electoral normal y no se levanta en armas de nuevo es porque al tener 60 años de vida y habiendo sido encarcelado hasta en dos ocasiones por hacer golpes fallidos, donde asesinó y secuestró personas, “ya que se encuentra muy cansado”. De paso, afirma que no hay problemas en ser adicto a la marihuana, por lo que uno de sus ejes de campaña será la despenalización de su consumo y la legalización del tráfico de drogas. Sin embargo, lo más grave que sería que si llega a ganar la presidencia no va a jurar bajo la Constitución del 93, sino bajo la del 79, desconociendo todo el ordenamiento jurídico vigente y amenazando con recurrir a las Fuerzas Armadas y a sus reservistas etnocaceristas, para que por medio de la violencia imponer su propia agenda totalitaria, al mismo estilo chavista. En cuanto a cómo sería su relación con los países vecinos, se ha posicionado como uno de los personajes públicos más antichilenos del Perú. Aquel retorcido pensamiento que profesa - el etnocacerismo - busca la reivindicación de la “raza cobriza (indígena)”, recuperando los territorios que abarcaban el Imperio Inca, incluida parte de Chile, Bolivia, Argentina, Colombia y Ecuador, de ser posible mediante las armas, así como aplicar la pena de muerte contra quienes considere, según su lectura, “traidores a la patria”. Para Humala, “no puede haber una relación normal con Chile en tanto esos territorios sean reivindicados. Cuando nosotros recuperemos Arica y Tarapacá habrá una hermandad real”. No es la única frase polémica sobre Chile que el exmilitar ha dicho. En marzo del 2023, en conversación con El Comercio, señaló que “si el pueblo nos honra con liderar los destinos de nuestra patria, desde el primer segundo, estamos desconociendo la Constitución de Fujimori y meteremos presos a todos los que se opongan a nuestros designios. ¿Si el Ejército nos hará caso? ¡Tienen que hacer caso! El Ejército es una maquinaria que, mal empleada, puede llevar a la corrupción a todo un Gobierno y, bien empleada, puede recuperar el Morro de Arica en 24 horas. Quiero recuperar Arica y Tarapacá, y así refundar el Tahuantinsuyo a la altura del siglo XXI, con Bolivia y Ecuador, inclusive” asevero. No es su única “locura”, como él mismo lo define. También quiere enviar un “comando de 170 etnocaceristas” para “capturar al Rey de España”. La idea es que “lo secuestren y así recuperamos lo que hicieron con Atahualpa” (aquel bastardo usurpador que fue ejecutado acusado de regicida por Francisco Pizarro en 1533). Esos dos eventos, cree Humala, son los que “traumatizaron a nuestro pueblo”, y es su misión “destraumatizarlos”… Por lo visto, la droga le ha atrofiado el cerebro. A simple vista se podría decir que se trataría de simples fantasías de campaña, que ningún político cumpliría en la realidad. Sin embargo, tratándose de un demente con amplio prontuario delictivo, existen bastantes indicios para temer que estas amenazas podrían terminar volviéndose en una cruda pesadilla para el Perú. Para ello Humala viene desde hace décadas infiltrando a las Fuerzas Armadas. De esta manera es claro que él no tendría las mismas limitaciones que Castillo tuvo para poder concretar un golpe de Estado. Es más, Antauro desde el día cero de su campaña ha revelado su agenda golpista para patear el tablero, poniendo como punto de contención electoral los valores básicos de la democracia. Si es que llegase a ganar, esto sería un claro mensaje por parte de la ciudadanía, de renuncia a los valores de una república democrática donde impera el Estado de derecho. De esta manera, Antauro se muestra incluso peor que Castillo, quien por su ignorancia e incapacidad no pudo concretar su golpe de Estado y abandonado por todos, su régimen tuvo un ignominioso final. Esto no sucedería con Humala, quien de frente dice que no va a acatar la Constitución vigente y que apenas jure al cargo, va a sacar los tanques a la calle para que mediante la violencia y el terror eternizarse en el poder. Algunos expertos creen ilusamente que Antauro pueda tener alguna posibilidad real de ganar las elecciones, dado que su discurso sería demasiado radical para la población peruana, y sus antecedentes penales de asesinato, secuestro y golpes de Estado le restarían considerables votos. Sin embargo, un país donde los índices de pobreza se han disparado, donde la economía formal, como el agro, la minería y las inversiones privadas, se encuentra en jaque por parte de la izquierda desde hace décadas, con sus demagógicos mensajes de odio y resentimiento dirigidos a una masa soliviantada, es un caldo de cultivo perfecto para que estos prefieran votar por la opción más radical posible, en señal de protesta. Corresponde a aquellos que defienden la democracia y el Estado de derecho estar más conscientes de la creciente ola de autoritarismo en el país, para que de esta manera pueda evitar que los sueños de opio de Antauro se conviertan en una pesadilla para todo el Perú.