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martes, 5 de noviembre de 2024

MANATÍ AMAZÓNICO: Un gigante amenazado

El manatí amazónico, cuyo nombre científico es Trichechus inunguis, es una de las 3 especies de manatíes en el mundo. Es el sirénido más pequeño y el único exclusivo de agua dulce, que puede alcanzar los 2.8 metros de longitud y pesar alrededor 450 Kg. Grandes y mansos, son susceptibles a muchas amenazas que dificultan su existencia como especie necesaria para la Amazonia. Se encuentran en la cuenca del Amazonas que abarca los territorios de Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana y Perú. Usualmente en aguas calmadas y lagos. Es un animal muy tímido, todo lo contrario de su vecino el delfín del Amazonas. Se comunica mediante sonidos de frecuencia corta, perceptibles al oído humano. A pesar que suele congregarse para alimentarse, normalmente puede ser caracterizado como un animal medianamente solitario con excepción de las hembras cuando se encuentran en cría. Son exclusivamente herbívoros. Los manatíes amazónicos son los mayores mamíferos acuáticos del Amazonas y cumplen un rol fundamental al mantener el equilibrio de la vegetación de los ecosistemas en los que habita. Por ello es que su presencia dentro de los ecosistemas acuáticos es considerada como un indicador del bienestar marino y ecológico. Se alimentan exclusivamente de plantas acuáticas y semiacuáticas como las lechugas de agua (Pistia). En un día normal pueden comer una cantidad muy cercana al 8% de su peso corporal. Los periodos donde consumen más comida suelen ser aquellos cuando la temporada de lluvias va en aumento, que está relacionada directamente con el aumento de vegetación. Este periodo sirve, entre otras cosas, para que los manatíes consuman todo lo que tengan a disposición de la naturaleza y generen reservas de grasa corporal para la época del año en la que el alimento es escaso. No es de extrañar por ello que la reproducción del manatí amazónico está fuertemente asociada con el ciclo hidrológico de la región, es decir se realiza en la época de mayor abundancia de alimento. El periodo de gestación de un manatí hembra suele ser de aproximadamente de 12 a 14 meses, tras los cuales solo nace una cría, que permanece junto a la madre unos dos años, hasta que está suficientemente desarrollada para iniciar su vida independiente. La especie fue explotada desde 1542 por su cuero, carne y grasa. A pesar de la protección legal de la especie, existen pocas poblaciones conocidas y aun es cazada por su carne en ciertas partes de su distribución. Además de eso, las capturas incidentales con redes de pesca y la degradación de su hábitat, en especial por deforestación y contaminación, también configuran como principales amenazas para su existencia. Por otro lado, uno de los factores principales en la reducción de las poblaciones de manatíes tiene que ver con la fragmentación de su hábitat y el cambio climático. Esto se debe a que los manatíes son especies migrantes, que requieren moverse de un lugar a otro dependiendo de la cantidad de agua que haya en los cuerpos de agua. Por ello, se ven sumamente afectados por la destrucción de los cuerpos de agua, así como por la sequía. Actualmente su condición es de Vulnerable, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y además está incluido en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES). Esto significa que es una especie en peligro y está prohibida su comercialización. Otra amenaza que ha sido reportada últimamente es el uso de manatíes como mascotas o atractivo turístico, lo cual se evidencia con la llegada constante de manatíes a centros de rescate. Por cierto, los manatíes amazónicos pertenecen a los sirenios, un orden de mamíferos placentarios que, junto a los cetáceos, son los únicos mamíferos adaptados completamente a la vida acuática. Además, son conocidos por ser el origen de muchos mitos y leyendas del mundo entero relacionados con las sirenas. Esto se debe a que, gracias a su gran tamaño y sus características físicas, muchos navegantes han llegado a confundirlos con seres humanos. El mejor ejemplo de ello es el de Cristóbal Colón, que en su primer viaje a las Américas pudo ‘ver’ tres sirenas desde la proa de su barco. Así lo reflejó en su diario: “Cuando el Almirante iba a Río del Oro dijo que vio tres sirenas surgiendo del agua, pero no eran tan hermosas como dicen, ya que sus rostros tenían rasgos masculinos”. Por otro lado, los dugongos, otra de las familias pertenecientes al orden de los sirenios, también están muy presentes en las leyendas. De hecho, en 1959 en Malasia se descubrieron representaciones de 3000 años de antigüedad en la que aparecían estos animales. Vale decir que dugongo en malayo significa “sirena”. Por último en Palaos, una nación del Pacífico que se extiende por 340 islas, los dugongos son protagonistas de muchas ceremonias y tradiciones: sus habitantes sienten un gran respeto por los dugongos y creen que estos fueron una vez humanos.
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