Perseguido por su conciencia y temeroso de terminar tras las rejas debido a la gravedad de sus numerosos delitos - de quien nadie ahora puede dudarde su culpabilidad - Alan García Pérez ha vuelto a hacer una de las suyas y de la forma mas ruin y miserable, ha solicitado asilo en la embajada uruguaya bajo el falaz argumento de ser “un perseguido político” cuando ello solo cabe en su retorcida imaginación, repitiendo lo hecho en 1992, cuando se refugio cobardemente en la embajada colombiana tras el Autogolpe del 5 de abril de ese año realizado por Kenyo Fujimori. En efecto, Il Capo della Mafia se asilo en la sede diplomática horas antes que un juez ordenara su impedimento de salida del país en el marco de una investigación fiscal por los millonarios sobornos pagados durante su segundo gobierno por la constructora brasileña Odebrecht. García, que reside en Madrid, había llegado a Lima el jueves último para declarar ante la fiscalía. Fue sorprendido con nueva información que lo compromete seriamente y tras el pedido fiscal para impedirle la salida del país, ingresó a la residencia del embajador uruguayo en Lima, Carlos Barros, y pidió asilo. El abogado de García señaló que el sujeto temía que en los próximos días se ordene su detención preventiva. Lo ridículo de todo y es que con el cinismo que lo caracteriza, y poco antes de asilarse, su patrocinado había asegurado que “no tenía problema en quedarse en el país para enfrentar las investigaciones”. Pero, como tantas otras veces, un abismo separó a sus palabras de sus acciones. La historia se repite. Pero a diferencia de lo que ocurría en 1992 cuando Colombia le dio refugio y García, acusado de corrupción, pudo salir del país hasta que prescribieron los cargos en su contra, esta vez existe un gobierno democrático con todas sus imperfecciones y no uno golpista y autoritario, como entonces era el de Fujimori. Aunque García ya venía preparando el terreno para una fuga de este tipo, denunciando, sin base alguna, “una persecución política en su contra”, lo cierto es que en esta ocasión no hay excusa alguna que justifique un asilo. Lo que hay es una investigación judicial con todas las garantías de un debido proceso que lo vuelve a comprometer seriamente con hechos de corrupción y por lo cual merece terminar en la cárcel. “No existe persecución política y todos deben allanarse a la Justicia”, escribió al respecto el precario inquilino de Palacio Martín Vizcarra en su cuenta de Twitter, a los pocos minutos de conocida la noticia del asilo pedido por García. Un claro mensaje al gobierno uruguayo, que todavía no decide si le otorga o no el asilo. Se le puede criticar a este (des)gobierno por muchas de sus acciones y aquí lo hemos hecho infinidad de veces, pero debemos reconocer que no existe ni por asomo persecución alguna por sus ideas a nadie y si alguien lo siente así, es por tener cuentas pendientes con la justicia, como Keiko Fujimori y Alejandro Toledo quienes por ejemplo, exhiben el mismo risible argumento y si la hija del genocida se encuentra tras las rejas es que fue sorprendida con su captura en plena sala penal y ya no pudo escapar como era su intención original. En cuanto al cholo borracho y fumon, se encuentra en los EE.UU. (desde su fuga del país con la complicidad de Kuczynski) donde botella en mano, se sigue burlando de los peruanos, creyéndose intocable. Pero ya le llegara su hora. Ha trascendido que García habría hablado por teléfono con el presidente uruguayo Tabaré Vásquez, quien tendría serios problemas para justificar un asilo que lo pondría en la difícil situación de aparecer como protector de un prófugo de la justicia acusado de delitos comunes, investigado por la fiscalía por el pago de sobornos para la adjudicación y sobrevaluación de la construcción de los tramos uno y dos del Metro de Lima por un consorcio encabezado por Odebrecht. Un alto funcionario de la constructora brasileña ha confesado que se pagaron 24 millones de dólares de sobornos por esa obra. Hasta ahora se ha identificado que ocho millones de esa coima fueron a manos del entonces viceministro de Transportes Jorge Cuba y otros funcionarios de menor rango. Sobre el hasta ahora desconocido destino de los otros 16 millones de esta coima todas las miradas apuntan a García, que tenía una muy cercana relación con Jorge Barata, el jefe de Odebrecht en el Perú en esos años y encargado de negociar y pagar los sobornos que repartía la empresa, y que durante su gestión dio una serie de decretos que favorecieron a Odebrecht para hacerse con obras como el Metro de Lima y para beneficiar a la empresa con modificaciones de contratos que le permitieron sobrevaluar costos. Los fuertes rumores de que Cuba, bajo detención preventiva, habría decidido colaborar con las autoridades judiciales confesando todo lo que sabe de la coima por el Metro, habría precipitado el pedido de asilo del bufón aprista. Otro hecho que lo complica seriamente y lo tenía muy nervioso fue la revelación hecha en estos días de documentos de Odebrecht que confirman que esta empresa le pagó cien mil dólares “como conferencista” (?) desde la oficina encargada de pagar los sobornos. Este pago fue por una “conferencia” dada por García en Sao Paulo y Odebrecht utilizó un testaferro para ocultar quién pagaba. Funcionarios de Odebrecht han señalado reiteradamente que pagar por “conferencias” era una práctica de la empresa para encubrir el pago de sobornos. Si bien se trata de una cifra menor respecto al monto de los multimillonarios sobornos por los que la fiscalía investiga a García, pero es un dato clave que lo liga directamente con la oficina de Odebrecht encargada de pagar las coimas. La fiscalía también investiga la entrega oculta de 200 mil dólares por parte de Odebrecht a la campaña electoral de García de 2006. Fuera de si y demostrando el miedo que tiene al saber que todo su mundo de mentiras se derrumbaba a su alrededor, contesto de mala manera a la prensa, retándolos a que prueben las acusaciones que pesan sobre su voluminosa y deforme figura, cuando le preguntaron por la investigación de la fiscalía por sobornos recibidos de Odebrecht y las nuevas evidencias en su contra. Su vergonzosa fuga suena a prueba. Si al final, el gobierno uruguayo decide - contra toda lógica - otorgarle el asilo, el Perú no esta obligado a extenderle el salvoconducto bajo ningún concepto y por el contrario, deberá romper relaciones diplomáticas con ese país y acudir a la Corte Internacional de Justicia de la Haya exigiendo su entrega inmediata. Venga ya, “El que no la debe no la teme" decía éste impresentable sujeto una y otra vez. Cobarde es su conducta por no querer afrontar y ponerse a derecho para responder por sus delitos prefiriendo huir una vez más de la justicia. Si dices que eres inocente... demuéstralo imbécil :)