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martes, 8 de diciembre de 2020

HUELLAS DEL PASADO: Ai Apaec, el infame decapitador

Su nombre significa ‘hacedor’ y fue la principal deidad de la cultura Mochica, la cual se desarrollo en el norte del Perú, donde era representado como una criatura antropomórfica alada, con colmillos de felino rodeado de olas marinas - quizás como un recordatorio de su llegada por el mar a esas tierras en tiempos inmemoriales - y llevando en cada mano sus cetros de poder. Se le adoraba como el dios creador y protector del mundo Mochica. Era el proveedor del agua, de los alimentos y de los triunfos guerreros. Pero a su vez fue muy temido ya que era considerado el decapitador, quien sediento de sangre continuamente exigía sacrificios humanos. Al ser los Mochicas una sociedad militarista y estar en continua guerra con sus vecinos, eran presas codiciadas ya que una vez vencidos, eran llevados ante su sanguinario “dios” y sacrificados para saciar su sed. La representación más común y conocida de Ai Apaec es la que se aprecia en los murales de los Templos del Sol y de la Luna (situados en el valle de Chicama, a unos cinco kilómetros al sur de la ciudad de Trujillo) en las cuales el monstruoso ser aparece siempre amenazante, en busca de su cuota de sangre para aplacar su ira. En la metalurgia, por ejemplo, presenta forma arácnida, con 8 patas y un rostro antropomorfo con colmillos felinos, varias de ellas hechas en oro. En la cerámica es más antropomórfico, suele tener cabezas de sus victimas en sus manos y en ocasiones dos serpientes que brotan de sus ¿cabellos? una característica que se ve en algunos retratos murales. Asimismo, en sus esculturas se le puede observar con un báculo, y una forma totalmente humanoide, con el rostro severo y siempre dotado de colmillos de felino, quizás para poner énfasis en si fiereza. Cabe recalcar que este ser demoníaco se valía de la violencia y el terror para obtener lo que quería. Sin embargo, a pesar de todo su poder, no pudo impedir que el reino Mochica que le rendía tan sangriento culto sea conquistado por los Wari en el año 700 d.C. quienes lo anexaron a su imperio, poniendo así fin a su sangriento dominio. Sus imágenes al ser de madera tallada (como el ídolo de Pachacamac) fueron fácilmente destruidas y sus templos saqueados, convirtiéndose en cementerios para sus nuevos amos. De lo que se pudo salvar - esculturas, cerámicas, joyas y frisos en los cuales aparece su terrorífica imagen que hoy conocemos - estos fueron desenterrados por los arqueólogos de las arenas del desierto en siglos posteriores y conservados para la posteridad, dándonos una idea de cómo era este diabólico ser en cuyo rostro se aprecia claramente su maldad :)
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